Boletín nº 113

«La participación frecuente en el Sacramento de la Penitencia favorece el progreso en la vida espiritual»

https://www.dropbox.com/s/jz92h4ftnoujyes/Presbiterio_113.pdf?dl=0«Celebrar la Misa Crismal es para el presbítero y para el pueblo de Dios verificar nuestra comunión eclesial: si caminamos en armonía y si la libertad de los hijos de Dios no se diluye por actitudes individualistas y caprichosas, descubriremos día a día la novedad de Cristo. Es necesario reavivar la alegría de la comunión espiritual y pastoral, dando gracias al Padre celestial por su providencia con esta Iglesia compostelana. Es justo que el obispo os agradezca, queridos sacerdotes, la fidelidad, el espíritu de sacrificio, y la paciencia con que asumís el ministerio sacerdotal a tiempo y a destiempo, buscando la fecundidad pastoral más allá de la eficiencia o de la eficacia.

Pero hemos de atender al momento actual. San Ambrosio enseña que con el óleo el hombre se hace atleta de Cristo, para luchar contra el mal. ¡Que tristeza y dolor están causando los abusos sexuales en la Iglesia que tanta pérdida de confianza han generado, que “son pecado ante Dios, que hiere profundamente a la persona y que contamina la vida eclesial”! Son una manifestación del mal. Hemos de acrecentar nuestra purificación espiritual, denunciar radicalmente esta lacra, y a la vez anunciar el evangelio de la alegría.

Es ocasión para fijarnos también en la pastoral diocesana. En este sentido pido que la celebración del Bautismo ayude a revitalizar la fe de los padres, sin imponer más cargas de las necesarias y sin frivolizar el acceso a este Sacramento. Me preocupa nuestra comunión pastoral en el Sacramento de la Penitencia cuya participación frecuente en él favorece el progreso en la vida espiritual. Muchas personas nos piden que nos sentemos en los confesonarios. Insisto sobre la Unción de los Enfermos, ayuda eficaz para soportar y valorar la prueba difícil de la enfermedad, en la que el óleo se ofrece, como medicina de Dios, que fortalece y consuela, pero que, al mismo tiempo, remite a la curación definitiva, la resurrección (cf. St 5,14). A tal fin ayudarán las celebraciones comunitarias de la Unción de los Enfermos.

El signo sacramental del Crisma indica a Cristo, ungido Sacerdote y Rey, que nos hace partícipes de su Sacerdocio, de su “unción”, en la ordenación sacerdotal. Asegura la presencia de la energía renovadora de Cristo en el bautizado, en el confirmado, en los sacerdotes y en los obispos. La unción de las manos de los Presbíteros encargados de la acción litúrgica y de la santificación de los hermanos, nos avoca a la misma comunión sacerdotal y pastoral. Nadie debe aislarse en la comunidad diocesana ni elegir por sí una propia función e imponerla a hechos consumados. No es bueno orientar a los fieles con estilos pastorales que no tengan en cuenta la necesaria armonía diocesana».(MONS. JULIÁN BARRIO, de la Homilía en la Misa Crismal, 16-4- 2019).

Boletín de la Delegación para el clero
del Arzobispado de Santiago de Compostela

Abril 2019

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