Álvaro, el niño con discapacidad que hace el Camino de Santiago

Con su padre y un amigo, relatan la experiencia día a día y ya se han sumado miles de personas a su cuenta de Twitter.

«Aquí no hay miedo», dice Ildefonso Calvente. Es el padre de Álvaro, un niño de 15 años con discapacidad. Juntos han emprendido el Camino de Santiago en compañía de un amigo, Francisco Javier Millán. 

Abrieron la cuenta de Twitter El Camino de Álvaro y ya suman más de 2.600 seguidores. Álvaro es un imán.

Viven en Málaga. Álvaro es el séptimo de 10 hermanos y «nació con una discapacidad mental debido a la mutación de dos genes», explica su padre. «No nos dimos cuenta hasta que el bebé tenía dos meses y comenzamos a ver que no hacía lo propio de su edad».

Aquella hipotonía del niño «resultó ser una bendición para la familia. Para la casa ha sido aire fresco. Con Álvaro ves que en tu casa entra una oleada de amor. Tienes que dedicarle tiempo y atención, claro, pero él nos da muchísimo más», explica Ildefonso.

Los tres peregrinos hacen el camino «con un sentido religioso». «Nosotros somos del Camino Neocatecumenal, de la parroquia de San Patricio en Málaga, y se habían organizado dos autocares de peregrinos a Santiago de Compostela para este verano. Pero con la pandemia no pudo ser y se canceló el viaje».

Sin embargo, «a Álvaro no se le olvidan las cosas e insistió en hacer el Camino de Santiago, así que aquí estamos, en marcha», explica Ildefonso, mientras me comenta que los tres van subiendo una cuesta, pasan por un bosque frondoso y se corta dos veces la comunicación por teléfono. Ahí la naturaleza manda.

«Algunos hacen el camino por motivos religiosos, como nosotros. Otros solo por entrar en contacto con la naturaleza. Sea como sea, también eso lleva a Dios, que nos quiere a todos por igual».

«Vemos que muchos bares están cerrados, pero los albergues -explica- funcionan y se preocupan de nosotros: nos han llamado para saber cómo estamos y cuándo tenemos previsto llegar, nos preguntan si necesitamos algo, mandan un whatsapp de despedida…».

Saludando a la naturaleza

Van a su ritmo, «Álvaro se para a saludar a las vacas, los toros y todos los animales que nos vamos encontrando». Es un muchacho «alegre y que conecta mucho con las cosas de Dios desde siempre. Está feliz y nos lo hace estar a todos«.

El conductor del «autocar» también es peregrino

Les acompaña en la aventura Francisco Javier, «que tenía que haber sido el conductor del autocar de la peregrinación» y que, en palabras de Ildefonso, «nos está ayudando en silencio, como san José».

Un recorrido de 111 kilómetros

En tan pocas horas como han transcurrido desde el comienzo, ya han podido experimentar la variedad del clima: «Ayer nos cayó un tormentón de repente. Sonó un trueno que asustó a Álvaro y todo. Y luego hace un calor importante. En pocos días ya hemos visto que el tiempo cambia mucho y eso también forma parte de la experiencia del peregrino».

«No queremos demostrar nada»

«Nuestro objetivo no es pretencioso, no queremos demostrar nada ni dar lecciones a nadie. Es hacer el camino con Álvaro y disfrutar con Álvaro», aclara Ildefonso, que se está viendo «abrumado» por la cantidad de seguidores que aparecen en la cuenta de Twitter por momentos y por el gran número de peticiones que les llegan por mensajes privados.

«Es una responsabilidad casi rezar por las personas que te piden. Te das cuenta de la falta que hace Dios y de la necesidad de oración que tiene mucha gente«.

Sin ninguna pretensión, como dice Ildefonso, se levantan a eso de las 7 de la mañana y se ponen en ruta. «Cantamos, vemos el paisaje,´paramos en las iglesias porque a Álvaro le gustan mucho… Álvaro repite la misa entera porque se la sabe de memoria y lo ve todo como obra de Dios. Vamos rezando, rezamos las laudes, el rosario…».

«¡No tengáis miedo!»

¿Miedo al coronavirus? ¿A las dificultades o los imprevistos de un viaje con un niño discapacitado? «Aquí no hay miedo», dice Ildefonso, y recuerda la frase del Evangelio que relanzó san Juan Pablo II: «¡No tengáis miedo!».

Luchando contra la COVID-19

«Mi mujer es auxiliar de clínica y trabaja en el Hospital Carlos Haya, de Málaga, donde sí están lidiando en serio con la COVID-19″. «Ella se ha quedado con los 8 hijos que todavía tenemos en casa y hace que este viaje con Álvaro sea posible», afirma.

Ildefonso es encargado de obra. La pandemia también supuso un varapalo profesional y «en el camino también pensaré qué hago a la vuelta».

Desde Sarria van a ser 6 días de peregrinación, uno más que lo que se toman otros caminantes, «así nos adaptamos a Álvaro». Al muchacho le oigo de fondo cantar y reír, y decir «Kiko» (por Kiko Argüello, el fundador de los neocatecumenales). Hoy les tocan 20 kilómetros de ruta hasta Os Valos, en la provincia de Lugo.

El Camino de Álvaro remueve a otras personas. «Recién llegado a casa- dice un tuitero que le sigue-, después de una intensa jornada de trabajo, venía quejándome. Abro Twiter, veo este mensaje de Álvaro y me cambia el corazón. Solo puedo dar gracias a Dios. Gracias por vuestro testimonio».

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