Carmelitas de Santiago

Francisco: «Cuando el Maligno quiere combatir la Iglesia seca sus fuentes, impidiéndole rezar»

Carmelitas de Santiago

El Papa Francisco prosiguió este miércoles con las catequesis durante la Audiencia General donde habló de la Iglesia como “una gran escuela de oración”.

La vida de una parroquia y de toda comunidad cristiana está marcada por los tiempos de la liturgia y de la oración comunitaria. Ese don que en la infancia hemos recibido con sencillez, nos damos cuenta de que es un patrimonio grande, un patrimonio muy rico, y que la experiencia de la oración merece ser profundizada cada vez más. El hábito de la fe no es almidonado, se desarrolla con nosotros; no es rígido, crece, también a través de momentos de crisis y resurrecciones; es más, no se puede crecer sin momentos de crisis, porque la crisis te hace crecer: entrar en crisis es un modo necesario para crecer”, explicó.

Pero además, Francisco recalcó que “la respiración de la fe es la oración: crecemos en la fe tanto como aprendemos a rezar. Después de ciertos pasajes de la vida, nos damos cuenta de que sin la fe no hubiéramos podido lograrlo y que la oración ha sido nuestra fuerza. No solo la oración personal, sino también la de los hermanos y de las hermanas, y de la comunidad que nos ha acompañado y sostenido, de la gente que nos conoce, de la gente a la cual pedimos rezar por nosotros”.

Esto mismo provoca que en la Iglesia florezcan “continuamente comunidades y grupos dedicados a la oración”. “En la Iglesia hay monasterios, hay conventos, ermitas, donde viven personas consagradas a Dios y que a menudo se convierten en centros de irradiación espiritual. Son comunidades de oración que irradian espiritualidad. Son pequeños oasis en los que se comparte una oración intensa y se construye día a día la comunión fraterna. Son células vitales, no solo para el tejido eclesial sino para la sociedad misma”, explicó el Papa.

Francisco recordó que “cuando el Enemigo, el Maligno, quiere combatir la Iglesia, lo hace primero tratando de secar sus fuentes, impidiéndole rezar. Por ejemplo, lo vemos en ciertos grupos que se ponen de acuerdo para llevar adelante reformas eclesiales, cambios en la vida de la Iglesia… Están todas las organizaciones, están los medios de comunicación que informan a todos… Pero la oración no se ve, no se reza”.

Por ello, el Papa insistió en que “la oración es la que abre la puerta al Espíritu Santo, que es quien inspira para ir adelante. Los cambios en la Iglesia sin oración no son cambios de Iglesia, son cambios de grupo. Y cuando el Enemigo —como he dicho— quiere combatir la Iglesia, lo hace en primer lugar tratando de secar sus fuentes, impidiéndole rezar, e [induciéndola a] hacer estas otras propuestas. Si cesa la oración, por un momento parece que todo pueda ir adelante como siempre —por inercia—, pero poco después la Iglesia se da cuenta de haberse convertido en un envoltorio vacío, de haber perdido el eje de apoyo, de no poseer más la fuente del calor y del amor”:

Las mujeres y los hombres santos no tienen una vida más fácil que los otros, dijo el Papa, pero los santos, “que a menudo a los ojos del mundo cuentan poco, en realidad son los que lo sostienen, no con las armas del dinero y del poder, de los medios de comunicación, etc., sino con las armas de la oración”.

“¿Rezo? ¿Rezamos? ¿Cómo rezo? ¿Cómo los loros o rezo con el corazón? ¿Cómo rezo? ¿Rezo seguro de que estoy en la Iglesia y rezo con la Iglesia, o rezo un poco según mis ideas y hago que mis ideas se conviertan en oración? Esta es una oración pagana, no cristiana. Repito: podemos concluir que la lámpara de fe estará siempre encendida en la tierra mientras esté el aceite de la oración, agregó.

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