9 religiosos se someten a preguntas anónimas en Telemadrid: mucha naturalidad y caen los tópicos

Nueve consagrados católicos de distinto tipo sometidos a las preguntas anónimas en un programa de una televisión pública. A priori, puede sonar a encerrona con el objetivo de amplificar los tópicos y estereotipos sobre el catolicismo.

Sin embargo, nada esto ocurrió el pasado miércoles en Telemadrid, la
televisión pública madrileña, en el programa Eso no se pregunta (Puede verlo AQUÍ íntegramente).
Durante los 40 minutos de la emisión una mezcla muy heterogénea de la
vida religiosa madrileña respondió a varias preguntas dando pie a
mostrar de manera natural
y en horario de máxima audiencia lo que realmente es servir al Señor a través de este tipo de vocaciones.

Un joven diacono a punto de ser ordenado, un sacerdote diocesano de un
barrio popular, un párroco franciscano, un misionero, varias monjas de
distintas órdenes y edades y una joven consagrada fueron los que se
sometieron a este “interrogatorio”.

¿Te has arrepentido de alguna vez?

¿Qué querías hacer antes de ser religioso? ¿Es duro renunciar al
amor de pareja? ¿Cuántas veces te han dicho que estás loco? ¿Te han
insultado alguna vez por tu profesión?
¿Echas de menos tener
hijos?  ¿Es la Iglesia machista? ¿Cómo llevas los votos de castidad,
obediencia y pobreza? ¿Te has arrepentido alguna vez de tu decisión?

Estas son las preguntas que realizaron a los protagonistas, lo que les
permitió dar testimonio desde su experiencia de la alegría de ser
religioso, también de las dudas y crisis que han vivido en su vida.
Pudieron hablar con naturalidad de la castidad y también de cómo forman
parte de la sociedad de hoy. Derribaron tópicos y mostraron una realidad que difícilmente llegaría a parte de la audiencia de otra manera.

La “alegría”, el rasgo distintivo

La mayoría de ellos confesaba que no estaba entre sus planes ser
religioso. Pilotos, cantantes, periodistas, artistas, médicos y hasta
dueño de una taberna de moteros eran los sueños que tenían. Pero
decidieron dejarlo todo para seguir a Jesucristo. Y todos coincidían que
no ha sido una pérdida sino una ganancia La palabra común era “alegría”, tanto para definir su vida, como para explicar cómo surgió su llamada.

“Me encantaba la alegría, naturalidad y sencillez de los religiosos”,
afirmaba el Fray Antonio Roldán, mientras que Leticia Egido, esclava
carmelita contaba cómo las religiosas “aparecieron en mi parroquia y me llenó la alegría con la que se querían”.
“Cuando vi la felicidad de las monjas supe que Dios venía a mí”, afirma
por su parte el diácono Javier Peño al igual que Beatriz Castelló,
esclava del Sagrado Corazón, que confesaba “no conocía la vida religiosa ni esa manera de seguir a Jesús con tanta alegría y naturalidad”.

“Bendita locura”

Por ello, aunque no exentos de dudas y crisis, decidieron dar el paso,
del cual no se arrepienten ni aunque una parte de la sociedad les
considere unos locos. “Bendita locura”, decía una de las religiosas entrevistadas. Y es que coincidían en que en este momento no se cambiarían por nadie.

Una de los aspectos por el que más les preguntan es sobre su renuncia a
casarse, a los hijos y su apuesta por una vida en castidad. Reconocen
que no es fácil pero es otra forma de vivir el amor. “He renunciado al amor de exclusividad, de ser posesivo de una persona. Pero he universalizado el amor”,
aseguraba el sacerdote de Verbum Dei mientras Daniel Navarro, sacerdote
en Usera, afirmaba que “no lo vivo como una renuncia sino que he
apostado por otra pareja: ni la mismísima Naomi Campbell me haría
tambalear ahora mismo”.

Insultos pero también agradecimientos

“Uno tiene pareja para ser feliz, para estar lleno, ahora a mi lo que me llena el corazón es el amor de Jesucristo”, agregaba Peño.

También respondieron de cómo reacciona la gente por la calle cuando les
ve así como de los insultos y malas miradas que reciben. Coincidían en que se han sentido juzgados y ridiculizados por ser sacerdotes o religiosas. E incluso algunos de ellos dijeron haberse acercado a estas personas para preguntarlas por qué y hablarles de su vida.

Pero el ser religioso también tiene cosas buenas en este sentido. “Hay gente que también se acerca para darte las gracias por tu opción de vida”,
indicaba Susete Mourato. Más explícito era el sacerdote Daniel Navarro,
que contó que ir de cura “es dar muchísimo testimonio. Me han pedido
por la calle confesar, dar bendiciones, hasta he dado bendiciones desde
la bici”.

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